La nomofobia infantil —el miedo excesivo a estar sin el teléfono móvil— se ha convertido en una realidad preocupante que afecta la afectividad, atención, vínculo social e identidad de los más pequeños. No se trata solo de una moda o un arrebato digital, sino de una dependencia que puede alterar la salud emocional y el desarrollo social de los niños.
Algunas señales de alerta incluyen irritabilidad al quedarse sin el celular, dificultad para tolerar tiempos sin pantalla, desajuste en los horarios de sueño, constante preocupación por el dispositivo y comportamientos retraídos. Según Anayeli Pérez, psicóloga clínica y especialista en neuropsicología, la exposición constante a estímulos digitales afecta la capacidad de atención y genera una búsqueda de satisfacción inmediata relacionada con la dopamina, lo que puede alterar emociones y conducta.
Entre los efectos más frecuentes de la nomofobia infantil destacan la ansiedad constante, la disminución de la concentración y rendimiento escolar, el aislamiento social, la dependencia de la validación externa y, en casos extremos, la predisposición a otro tipo de adicciones. El aumento del tiempo frente a pantallas durante la pandemia ha profundizado esta situación, incrementando la vulnerabilidad de los niños ante riesgos como el ciberacoso o el grooming.
Para contrarrestar este fenómeno, se recomienda un acompañamiento inteligente, que incluya detección temprana de señales, educación digital adecuada a la edad, fomento de la interacción social sin pantallas, apoyo psicológico especializado y formación parental. Asimismo, los adultos deben moderar su propio uso de celulares, dando ejemplo y promoviendo un equilibrio entre tecnología y vida real.
“La crianza con propósito implica vigilancia, paciencia y acompañamiento en un entorno cada vez más digital”, concluye Pérez. El objetivo es que los niños desarrollen habilidades sociales, emocionales y cognitivas sin quedar atrapados en la presión de la vida digital.
Más información sobre la nomofobia en: https://nomophobia.com/