En la nueva comedia dramática La Otra Cara de la Luna, que tiene lugar en los albores del más grande triunfo de la Era Espacial, la virtuosa del marketing de Madison Avenue, encarnada por Scarlett Johansson, sale despegada tan solo para colisionar contra el director de la misión conocida como Apolo 11, encarnado por Channing Tatum- y si Norteamérica piensa llegar a la luna, ambos tendrán que comenzar a verse mutuamente con distintos ojos. “Toda esta gente trabajó denodadamente a fin de lograr lo imposible; para Cole, quien en realidad es un optimista, esto debería bastar”, dice Scarlett Johansson, quien asimismo produce el proyecto, el primero a través de su propia compañía, These Pictures. “Kelly, una pesimista, sabe que la gente es muchísimo más cínica. El mundo es un sitio harto complicado. Así que la renuencia de Cole tendrá que vérselas con la determinación de Kelly, quien está dispuesta a hacer todo lo que se requiera. Para ella, los fines justifican los medios, mientras que para Cole, los medios importan bastante. He ahí el conflicto”.
“Para mi personaje, Cole, la NASA representa ‘lograr lo imposible’”, dice Tatum. Para Cole, Apolo 11 no es sólo una misión. Y por supuesto que no puede reducirse a un mero anuncio televisivo, un producto de consumo que debe ser vendido. Es, tal vez, el más grande logro de la historia humana”.
Greg Berlanti, uno de los productores-escritores más prolíficos de la televisión, quien se sumó a este proyecto a fin de dirigirlo, comenta que la cinta es acerca de estos dos aspectos que hacen de los Estados Unidos una inspiración para mucha gente: la nación cree que puede alcanzar cualquier meta, y que cuenta con el ingenio para, asimismo, venderte esta creencia. “El espíritu de la nación en aquellos tiempos consistía en creer en lo imposible”, prosigue Berlanti. “Dos tipos de personas resultaban necesarios para llegar a la luna- los trabajadores comprometidos del día a día, que depositaban sus corazones y sus almas en la mecánica del asunto, y los hombres llamativos y causantes de gran expectativa, como JFK, que sabían vender la idea, incluso antes de que alguien pudiera asegurarles que la cosa era posible. Y ése es el espíritu de Estados Unidos: se requiere de los vendedores y de los individuos para materializar un sueño. Esto es lo que estos personajes representaban- el yin y el yang engastado en lo que somos como pueblo”.
En La Otra Cara de la Luna, la cínica vendedora es Kelly Jones, una maga del marketing y la publicidad, oriunda de Manhattan- “una hechicera creativa, un genio de las marcas”, dice Johansson- que sabe jugar con los chicos más notorios en la era de los Hombres Locos. Ha llegado a ocupar semejante lugar gracias a que, sencillamente, es la mejor en su ámbito… y si rompe algunas reglas- incluso si profiere una que otra mentira- en aras de sus clientes… contando la mejor de las historias incluso si ésta no es del todo cierta… ¿qué hay de malo en ello? Mientras que la NASA se prepara para materializar la misión concebida por el difunto presidente Kennedy, esto es, el alunizaje, la responsabilidad de atraer a Kelly y llevarla a Florida a fin de vender el producto al pueblo estadunidense recae en una figura gubernamental poco confiable, Moe Burkus, quien está convencido de que el programa espacial necesita un relanzamiento en la mente colectiva.
En Cabo Cañaveral, Jones conoce al muy comprometido Cole Davis, un antiguo piloto de la Fuerza Aérea que ahora funge como director de lanzamientos para la NASA. La idea de que la luna necesita ser “vendida” al público le ofende profundamente; el apabullante poder que la propia misión irradia- el pináculo de las metas humanas- debería ser suficiente.
“No creo que Cole comprenda lo que Kelly puede ofrecer al proyecto”, explica Johansson. “Cole es una persona sumamente pragmática y, por esta razón, a ella no puede dejarla de ver como un obstáculo. El proceso de financiamiento de este proyecto, la clase de apoyo que requiere, la manera como él mismo debe amoldarse a ello- no es nada que exista en su cosmovisión. No entiende qué diablos hace ella ahí. Ella constituye el arma secreta que él no sabe que necesita para ganar”.
Tatum comenta que su personaje está mucho más concernido con lo real- los inmensos desafíos implicados en llevar a buen puerto lo más complicado de todo aquello jamás realizado por la humanidad- y por esta razón no tiene tiempo en su vida para lo que considera la banalidad de las relaciones públicas- “Ella es lo último con lo que le gustaría lidiar”, dice el actor. “Kelly hace su arribo como un huracán y, desde el punto de vista de Davis, lo destruye todo y genera más problemas que soluciones- cuando, en realidad, ella misma es el elemento clave en todo este asunto”.
Claro que eventualmente se encuentran. “Chocan al principio de la cinta, pero puede que tengan más en común de lo que ambos creen”, dice Johansson. Los poco convencionales métodos de Kelly inspiran y a la vez exasperan a Cole- cuando prohíbe la utilización de los ingenieros de la NASA para publicidad, ella contrata a actores para desempeñar estos papeles; mientras tanto, ella consigue que los verdaderos ingenieros transformen su oficina (un armario de escobas) en un espacio brillante y jovial. Pero, lentamente, Cole descubre que estos métodos están al servicio de una meta común. “Los dos son unos apasionados y cuando deciden apoyar una idea, el triunfo es inminente. Ahí es donde hallan un terreno para compartir y así alcanzar las estrellas- o la luna, supongo, en este caso”.
Y, como Tatum dice, estos es lo que hallan uno en el otro. “A final de cuentas, Kelly impulsa a Cole a detectar otra forma de operar, otra manera de abrirse, y viceversa”, dice. “Él le muestra otra forma de vender cosas- con integridad y honestidad”.
En última instancia, quizás exista algo más entre ellos que ese respeto mutuo, ligeramente molesto. “Cada uno ve en el otro a una persona misteriosa y apasionada y, en el fondo, ambos son buenas gentes, con valores similares”, prosigue Johansson. “Saben que podrían lograr algo realmente espectacular si aceptan colaborar. Por ello, a pesar de la hostilidad ocasional, podrás notar su conexión, y todos esos chispazos”.
Sarah Schechter, la socia de producción de Berlanti, comenta que dicho elemento es justamente lo que separa a esta cinta de las otras películas del género. “No hay razón para que estén juntos”, comenta Schechter, “Sus cosmovisiones son inconciliables. Sólo porque han sido forzados a trabajar juntos se muestran capaces de ver lo verdaderamente maravilloso, y lo que a cada uno le falta y que el otro podría proporcionarle”.
De esta forma, Berlanti crea una cinta que es a un tiempo una comedia que nos recuerda las ingeniosas y filosas bromas de Katherine Hepburn y Spencer Tracy y asimismo un drama con algo que decir acerca de la importancia de la verdad; la narración se desarrolla épicamente, sobre la base que las misiones Apolo suponen, pero a la vez se trata de una historia íntima sobre el acercamiento de dos personas. “El lazo es siempre la ejecución, es decir, poder contar con actores que pueden ser graciosos por un momento, pero serios un minuto después”, dice. “El tipo de tono es la pregunta principal que me han hecho a lo largo de mi carrera. Amo fundir los tonos, porque me parece que vivimos vidas con tonos entretejidos- esto hace que lo triste sea aún más triste, lo serio aún más serio y los gracioso aún más gracioso, porque añade un elemento de sorpresa; no sabes lo que puedes obtener de un momento a otro. Esta cinta da fe de la capacidad de los actores en este sentido- comenzando por Scarlett o Channing o Ray Romano o Woody Harrelson. Es prueba de su habilidad para crear un ambiente en el que tienen la libertad de hacer muchas cosas y de ser quienes realmente son”.
Y Berlanti señala que si la misión de Kelly y Cole consistente en llegar a la luna, y esto se refleja a su vez en su propio acercamiento bajo la luna… bueno, pues no es accidental. “Junto con viajar a la luna, el amor puede ser una de las empresas más ambiciosas”, dice, asegurando asimismo que ambas aspiraciones- ir a la luna o permitir que la luna ejerza su influjo amoroso- exigen un salto a lo desconocido. “La luna es mística y mágica”, dice. “Tienes que pensar que, a lo largo de miles de años, para la especie humana la luna fue la luz más brillante por la noche, el momento en el que todas las cosas mágicas y románticas acontecen. Esto es algo que ya llevamos dentro de nosotros. Lo que esto tiene en común con el romance y las aspiraciones del mundo es la ambición- poder darlo todo en aras de algo maravilloso”.
Para Keenan Flynn, quien, junto con Jonathan Lia, forma parte de la compañía productora de Johansson, These Pictures, el establecimiento de una comedia dramática en la era de los programas espaciales supone el corazón de las cintas pensadas para la pantalla grande. “Se trata de una escala enorme, porque estamos hablando acerca del lugar donde construyeron cohetes tan grandes como la Estatua de la Libertad, y ésta es locación principal- es tan vasta. Y en este contexto tenemos una historia íntima que crece y crece. Usamos sets gigantes, para que el público sea capaz de sentir la magnitud de lo que ocurre en nuestra historia- desde la sala de lanzamientos a la superficie de la luna- o, por lo menos, a la fachada de una superficie lunar artficial”.
Schechter explica que la premisa central de la cinta- un gobierno que se siente obligado a crear una transmisión falsa a fin de venderle la luna a un público cínico- no supone una locura. “Había habido grandes pérdidas, el cinismo se había extendido por todo el país”, comenta. “Así como la nación era optimista en lo tocante a una juventud que estaba a punto de cambiar el mundo, la idea de que podíamos hacer lo inimaginable se alejaba de la conciencia colectiva. Pero para Kelly, todo tiene que ver con el sueño. Cínicamente, a ella no le importa el hecho de que la gente ya no piense en la luna. Se dice a sí misma, ‘No hay problema, tenemos que recordárselos’”.
Berlanti no pierde de vista la ironía central de la película: “La cinta aborda la importancia de la verdad, pero lo estamos haciendo mientras echamos un vistazo a una muy famosa teoría de la conspiración”, dice soltando una carcajada. “Trabajamos denodadamente a fin de dar cuenta de la manera como algo así pudo haber sido logrado, pero sabemos que algunas personas dirán que sólo estamos estimulando la idea de que esto pudo haber sido un engaño. Pero, a final de cuentas, la cinta es acerca de las razones que tuvimos para hacer las cosas de esta forma. En los momentos más serios, debes creer también en cosas como ésas. Y si estás realizando una cinta acerca de la fabricación mendaz de uno de los momentos clave de la historia humana, debes asimismo crear momentos históricos que irradien veracidad, por ello, la mentira tiene muchas probabilidades en contra”.